Texto de divulgación científica

TEXTOS DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

Son textos que tienen como finalidad acercar a un público no científico y masivo la información de los avances y descubrimientos de la ciencia. Estos textos son muy útiles ya que, si intentáramos leer los textos que los científicos escriben para ser leídos dentro de la comunidad científica (a los que se denomina papers), sencillamente no entenderíamos nada porque no somos hombres o mujeres de ciencia.

Observen las diferencias entre estos dos tipos de textos:

Textos científicos	Textos de divulgación científica
Destinados a la comunidad científica.	Destinados al público en general.
Aparecen en libros específicos o en papers de investigación.	Aparecen en diarios, revistas, televisión, radio, Internet.
Son de difícil acceso para un público no científico.	Son de fácil acceso para un público no científico.
Registro técnico especializado.	Registro estándar.
Predomina la objetividad.	Puede tener comentarios subjetivos.
No se aclaran ni definen ciertos términos cuyo significado es conocido por los científicos.	Incluye gran cantidad de definiciones y se aclaran los términos especializados.
No intenta ser didáctico.	Intenta ser didáctico (presenta ejemplos de la vida cotidiana, usa recursos tipográficos para lograr claridad -títulos, subtítulos, negritas, imágenes, etc)
El estilo es claro y denotativo (lenguaje preciso, sin ambiguedades ni dobles sentidos)	El estilo puede incluir metáforas o toques de humor.

Ejemplo de artículo de divulgación científica:

¿Por qué primero se ve el rayo y después se escucha el trueno?

En realidad las dos cosas pasan al mismo tiempo, pero la luz viaja mucho más rápido que el sonido del trueno. En el cielo, las nubes están cargadas eléctricamente. Cuando se acercan, a veces se produce una gran chispa, que es el relámpago que ves. Esa chispa también produce una explosión en el aire (el trueno) y las dos cosas son simultáneas. ¡Pero la luz viaja a una velocidad increíble! Nada menos que a 300 mil kilómetros por segundo o mil millones de kilómetros por hora. En cambio, el sonido es como una tortuga en comparación: viaja a 300 metros por segundo (o 1080 kilómetros por hora, un poquito más que un avión).