Temas de 2° y 3° año para escuelas Normales.

sábado, 11 de mayo de 2019

El editorial y el artículo de opinión. Los subjetivemas.

EL EDITORIAL Y EL ARTÍCULO DE OPINIÓN. LOS SUBJETIVEMAS



EL EDITORIAL 

En los diarios no solo leemos noticias, también podemos encontrar textos de opinión que exponen una mirada sobre algún tema controvertido de actualidad. Estos presentan un punto de partida, una hipótesis, una demostración y las conclusiones. En los diarios ya las revistas llevan el nombre de artículos editorial y de opinión.
El artículo editorial manifiesta el punto de vista del medio, por eso no se firma. Los temas que se tratan -económicos, políticos, sociales- son aquellos considerados de mayor relevancia y trascendencia social. El objetivo del editorial es influir sobre los lectores para convencerlos de la postura adoptada por la publicación. Por otro lado, no debe ser demasiado extenso, ya que posee un espacio limitado dentro del diario o de la revista. Tiene que decir mucho en pocas líneas. Por eso no es un texto que recurra a disgresiones, sino que expresa directamente el tema.


EL ARTÍCULO DE OPINIÓN

A diferencia del editorial, el artículo de opinión lleva la firma de su autor. El encargado de escribirlo no siempre es un periodista, pueden ser especialistas en alguna materia, personalidades reconocidas, funcionarios públicos, artistas. Ellos son convocados por el periódico para exponer su punto de vista sobre temas de actualidad. El objetivo que se plantea este tipo de artículos, es llamar la atención sobre dichos temas y provocar, de esta forma, una reflexión crítica por parte de los lectores.
    Otra diferencia que existe con el editorial es la forma de expresión elegida por el autor, que, en los artículos de opinión, suele ser mucho más flexible. Sin perder la seriedad, quienes escriben estos textos tienen mayor libertad para utilizar ciertos recursos, como la ironía, las disgresiones, las metáforas.
    El hecho de que el texto esté firmado permite que el autor exprese la subjetividad a través del uso de la primera persona o de formas como "este periodista opina", "el cronista está convencido de".

Los subjetivemas

  Así como las noticias y las crónicas son escritas con un lenguaje objetivo que tiende a borrar la opinión del periodista para destacar la información en sí misma, los textos de opinión están cargados de valoración y son respaldados por la ideología de quien los redacta. La lengua refleja esta intención por medio de las palabras que se eligen y el tono con que se escribe. Los subjetivemas son palabras (adjetivos, verbos, adverbios, sustantivos) que manifiestan la opinión de quien las utiliza. Se las usa no solo en la lengua escrita, sino también en la lengua oral. Todas las palabras que expresen una valoración sobre lo que se dice pueden ser subjetivemas. Por ejemplo: La nueva obra de teatro arrasó en ventas, en el primer fin de semana. En este caso, el uso del verbo arrasar no es casual. La información pudo haberse escrito así: La nueva obra de teatro vendió 10.000 entradas en el primer fin de semana. Sin embargo, el verbo arrasar acentúa el éxito obtenido y la aprobación de quien escribe.

miércoles, 20 de marzo de 2019

sábado, 16 de marzo de 2019

viernes, 15 de marzo de 2019

La fiesta ajena

La fiesta ajena - Liliana Heker

La negra de mierda (cuento)

"Negra de mierda"
(Un cuento de Juan Solá)

Mirá la negra de mierda, mirá cómo lleva los nenes en la motito. Tres gurisitos sin casco, cagándose de frío, y la negra con ese culo enorme que ocupa todo el asiento. Qué hija de puta. Mirá, mirá cómo lleva a la pendejita, medio dormida, casi cayéndosele de esas piernas gordas de tanta cerveza y torta frita. Y mirá el otro, ahí atrás, agarradito como puede, tiritando, pobrecito. ¡Y mirá cómo lleva el bebé, negra hija de mil putas, metido adentro de la campera! Inconsciente de mierda, ojalá le saquen los hijos, ojalá se muera esta negra de mierda.
La camioneta arrancó, rabiosa, y se perdió calle abajo, zambullendo a la negra y sus crías en una nube de humo pegajoso. El que iba atrás tosió un poco y la motito se paró. El señor del golcito gris bocinó con furia a sus espaldas y le ordenó que se moviera, pelotuda, y la puta que la parió.
La nena en la falda abrió los ojos despacito y preguntó si faltaba mucho. La madre le apoyó la mano temblorosa sobre la frente sudada, comprobó que la fiebre seguía allí y murmuró un no mi amor, así, triste y suavecito, como los quejidos del Nazareno, que llora acurrucado contra sus tetas tibias, o como el cinco por seis treinta, cinco por siete treinta y cinco, que el Ismael recita con los brazos envolviéndole la panza llena de pan y mate cocido, porque al otro día tiene prueba y la Brenda tiene fiebre, y el Nazareno llora de hambre, y a esa hora el colectivo ya no entra hasta el barrio, y el Mario que no aparece desde la semana pasada, y la motito que se para cada cinco cuadras, y el hospital que todavía está lejos, y doña Esther que le dijo que para qué iba a tener otro hijo a los veintidós, que mejor abortara, y el Ismael que cada tanto dice que tiene frío, y la Brenda que se va quedando dormida, y la negra de mierda que le pide al Ismael que diga las tablas más fuerte, para que escuche la Brenda, para que no se duerma la Brenda, mientras que a ella le arden los ojos de tanto aguantarse las ganas de llorar de miedo.